Nuestro profesor entró en el aula, y con el único preámbulo de un simple "buenos días", empezó diciendo:
- Hoy os voy a contar una historia...
... Era un grupo de amigos. Jóvenes de alrededor de 20 años. Que de forma habitual hacían salidas de excursiones, tanto en la playa, como en la montaña, como incluso viajes turísticos a ciudades. Todos se lo pasaban muy bien entre ellos. Se conocían desde hacía mucho tiempo t se aprecian de verdad entre ellos.
Esta vez habían escogido una ruta por la montaña. Se trataba de una exigente caminata de alrededor de 6 horas (todo subida). Habría que llegar a un refugio en el alto de una montaña de los Pirineos. El plan era pasar la noche en el refugio y disfrutar de una de las típicas y anheladas veladas del grupo: fogata, carne a la brasa y canciones a la luz de la luna.
Esta vez eran 8. Cuatro chicos y cuatro chicas.
Empezaron la marcha. De entrada Luís se colocó en primera posición de la fila. El camino no era muy ancho y apenas permitía ir dos personas de lado. Juan se colocó el último.
Luís conocía la zona y desde el primer momento tomó el rol de guía del grupo. Era decidido y físicamente fuerte. En las rutas de montaña era el que marcaba el paso, el que administraba los descansos necesarios. Luís era amable pero competitivo.
Empezaron la ruta....Sonrisa, bromas y charlas distendidas. No había cansancio. Todo iba perfectamente.
Juan había hablado a la salida con Inés. Era la "música" del grupo. La guitarra de Inés era uno de los bines más preciados del grupo y un elemento indispensable de las veladas. Inés era alegre y tocaba siempre animadas canciones que se habían convertido en himnos del grupo. El esfuerzo de las excursiones valía la pena. La recompensa de la alegría de las noches musicales del grupo y del ambiente jovial y divertido de ellas era el principal motivo de vencer el esfuerzo.
- Inés. Vas como siempre muy cargada. La mochila, la guitarra...
- Ya sabes Juan. Yo sin mi guitarra no voy a ningún sitio.
- Dejame aligerarte un poco tu mochila!
Juan , con el permiso de Inés, aligeró el peso de la mochila. Preguntó a Toni si se prestaba voluntario en repartirse entre ellos dos el peso de Inés. Toni, como siempre aceptó.
- Te necesitamos en plena forma Inés- confirmó Toni.. - Hoy vengo especialmente motivado para cantar!!.- Sonrió Toni y el resto del grupo. Todos sabían de las pocas dotes para el canto que tenía Toni.
- Muchas gracias a los dos- agradeció Inés con una amplia sonrisa.
Después de dos horas de ruta , las piernas empezaban a notar cierto cansancio. Aunque Luís, en plena forma continuaba marcando el paso. Juan desde su posición de privilegio iba charlando con uno y con otro. Esperando a aquellos rezagados. Juan nunca dejaba a nadie. Luís se vino a aceptar un descanso, aunque a regañadientes, solicitado de forma unánime por todo el mundo. Luís había mantenido un ritmo de récord. Su zancada ágil y potente le hacía ganar distancia con el resto de personas. Ampliar la distancia desde la cabeza de la fila a la cola , que siempre ocupaba Juan. Eso le obligaba a parar continuamente a la espera del reagrupamiento.
Durante el descanso Juan preguntó a Maria:
- ¿Como vas Maria?¿Estás bien?
- Si, pero este sol me está asando. Me he dejado la gorra en casa y ni con las gafas de sol puedo evitar el sofoco del sol.
- Espera, que yo tengo un pañuelo muy fresco de algodón. Te haré una especie de gorro que me enseñaron cuando hice la excursión por el desierto el año pasado. A ver si estás más fresca así!
Juan , con más voluntad que acierto acabó haciendo una especie de turbante. Mientras que lo acababa Luís había dado la orden de reiniciar la ruta y el grupo se había puesto en marcha. No había dudas sobre por donde se debía de ir. Luís conocía el terreno y todos confiaban en su destreza.
Después de otra hora, Pedro se acercó a Juan:
- Juan no puedo con mi alma. Me parece que me quedo aquí y me vuelvo al coche.
- ¿Que dices Pedro? , si tu estas fuerte como un roble!
- Si pues hoy parezco de mantequilla. Luís es muy exigente en el ritmo. ¡Mirale donde está y como va!. Yo soy de ir más pausado.
- Si esta ruta no es ni la décima parte más exigente que las que hemos realizado en los últimos años. ¿Te acuerdas de las ascensiones a la montaña de aquel precipicio. ¿Cómo ayudaste a todo el mundo a pasar?
- Si, fue complicado, pero me sentí bien aquel día. Pero hoy...
- Te acuerdas cuando nos equivocamos de ruta, Anna, tu y yo!!...
- Si, vaya fallo más grande!. Pero te acuerdas que al final la ruta fue preciosa...
Juan estuvo recordando muchas experiencias en las que Pedro estuvo metido. Era habitual que Pedro tuviera una "pájara" a mitad de camino y Juan se encargaba de reactivarlo. Así fue. Al cabo de unos minutos Pedro recobró el paso y el buen humor.
Faltaban solamente una hora para alcanzar el refugio cuando el grupo no podía más. Luís estaba fuerte y liderando la fila, pero decidió una parada. Juan continuaba a la cola.
Una vez sentados, Juan tomó la cantimplora y bebiendo un largo trago de agua, miró hacia el valle y exclamó:
- ¡Pero que pequeños que se ven los coches!. Hemos subido un montón!!!.
Todos fueron a lu lado y empezaron a exclamar con sorpresa todo lo que habían subido. Pedro recordó el lugar donde le había venido el "bajón". Inés el lugar donde habían hecho unas fotos a un grupo de mariposa. María el llano donde se puso el turbante peculiar que lucía con gracia para evitar el sol. También el prado donde había compartido camino con unas vacas ,...Había subido muchos metros de desnivel!
El grupo pasó de las quejas por el cansancio a la tradicional alegría. Risas, bromas,...
Luís decidió que era el momento y arrancaron de nuevo. Esta vez para llegar de un tirón al final.
Tardaron una hora más y finalmente llegaron al refugio. El grupo se agrupó en torno a al persona que había hecho posible el camino y le abrazaron efusivamente.... Todos alegres ya pensaban en la fiesta de la noche. La fogata musical!!
El profesor dio por finalizado el relato preguntando:
-¿Quien era el que estaba en el centro del grupo?¿Quien era ese líder que les había llevado hasta el refugio?- Nos preguntó el profesor.
Había sido una historia absorbente. El profesor había narrado con detalle y emoción la aventura del grupo de amigos. Todos nos sentíamos subiendo por la montaña y con ganas de esa fogata tan divertida!. Su pregunta rompió esa magia de la narración. "Que pena que se haya acabado" pensé.
Se abrió un animado debate. En el que no hubo una clara concusión. Bueno, puede que si. Se crearon como dos grupos con dos opiniones diferentes: Uno ponía a Luís como líder del grupo (Sin su exigencia, conocimiento del terreno y persistencia el grupo no hubiera llegado) y otro ponía a Juan como líder del grupo (Sin su fuerza emotiva, sin el apoyo moral y la preocupación de mantener la motivación el grupo no hubiera llegado)
Delante de un debate sin solución, el profesor tomó posición.
- Dejarme que me posicione. Desde mi punto de vista, está claro que la persona que debería de estar en el centro de la celebración debería de ser Juan. Luís había cumplido con el papel del técnico experto en el terreno y marcador del paso. Pero sin motivación no hay posibilidad de avanzar. Juan se colocó en la retaguardia, no porque fuera el más precario a nivel físico, sino para ver el estado de anímo y situación del grupo. Desde el frente Luís solamente veía camino y ni sabía lo que ocurría con los que formaban el grupo.
Silencio en la sala.
- Porque liderazgo. -continuó el profesor- es una posición otorgada por el grupo. Es el colectivo el que dice si uno es o no el líder. El grupo otorga esta categoría a alguien que les aporta aquello que el grupo necesita en ese momento. Y en ese momento lo que necesitaba el grupo era moral, apoyo...Estaban cansados, necesitaban saber porque hacían ese esfuerzo, por que se había comprometido a la excursión....Juan les daba esas soluciones.
Es más lider el que sirve que el que ordena!!