domingo, 15 de mayo de 2011

...Y...¿POR QUE LUCHO?


A las 6 de la mañana ya estaba sentado en el avión encaminado hacía la reunión. Cuando te levantas tan pronto, a las 4 de la mañana, para hacer una reunión al otro lado de Europa y volver en el mismo día a Barcelona, uno pasa ineludiblemente por una primera fase matinal con un despertar largo y anodino. Solamente es posible acelerarlo con un buen “chute” de café. Las dos horas de vuelo de la ida sirven para irte espabilando poco a poco.


En este estado de alergatamiento me vino a la mente las muchos frentes en los que estoy trabajando actualmente…”Que complicado es todo”, pensé, “pero es lo que me toca hacer, luchar para sacar adelante todas las actividades. No hay que desfallecer, sino luchar, luchar,luchar….Si claro”. No sé si fue el sueño o que me empezaba a despertar cuando me vino una reflexión a la cabeza “¿Y que es lo que me hace que luche?¿Que razón me mueve?¿Por que lucho?”...y empece a filosofar….



“¿Porque se lucha en la vida?, ¿Que es realmente luchar?”, empecé a pensar;

Luchar es llevar el empeño mas allá de lo lógico,

luchar es tensar tus posiciones por convicción de lo que estas buscando,

luchar es fijar un objetivo inamovible,

luchar es defender tu posición y tus ideas sin tregua ni desfallecimiento,

luchar es emplear la perseverancia en su mas alta dimensión,

luchar es hacer oídos sordos y vista ciega a las dificultades y adversidades,

luchar es usar mas energía de la que aparentemente tenemos,

luchar es incluso actuar en contra de consejos externos conversadores que desaconsejan la actuación,

luchar es hacer consciente la capacidad personal de sufrimiento,

luchar es definir retos imposibles e inverosímiles,

luchar es pensar en una realidad y en unos parámetros lejos de lo evidente,

luchar es no mirar con los ojos de lo obvio,

luchar es descartar las conclusiones de mirar las situaciones desde lo políticamente correcto,

luchar es escoger el peor camino, la solución menos alegre y menos divertida, la vía mas difícil,

luchar es ir más allá de la extenuación,

luchar es vencer al cansancio y al desánimo….

...Y entonces, ¿ por que lo hacemos? ¿Porque somos tan masoquistas de elegir el camino duro de la lucha? ¿Que es lo que nos mueve a tener la motivación sostenida de no desfallecer en el empeño? ¿Que nos mantiene el compromiso de la dura dirección tomada?


Supongo que lo hacemos porque entendemos que al final de la lucha obtendremos un logro y una recompensa única. Ha de haber un premio…¿Será la felicidad que sentimos cuando logramos el reto?. Esa felicidad adictiva que volvemos a buscar de nuevo cuando emprendemos otro proceso vital.


“Bueno vale” me dije a mí mismo. “Igual si que es eso. Luchamos para ser felices”.

No se, había alguna cosa en mi razonamiento que me parecía pobre y superficial. No me gustaba finalizar el razonamiento con la palabra felicidad. Se trata de una forma fácil de cerrarlo. Usamos “felicidad” de una forma poco definida...


“No!, tengo que darle más vueltas al tema…” me insté.


  • ¿Le apetece un café?- Me preguntó la azafata.
  • Si, gracias.
  • Son 2 euros!


El sorbo del café negro me llegó como una exhalación al cerebro. Mi despertar iba por buen camino. Retomé mi diálogo interior con más energía.


“¿Y cual es el premio?” me volví a preguntar….

La satisfacción de lograrlo. Debe de ser eso...Pero, no. No puede ser eso, eso parece una consecuencia. Tiene que ser algo más profundo , algo que tiene que formar parte de una dimensión más vital más critica de nuestra forma de actuar en la vida.


“¿Será el bien común?” me insistí…

La necesidad de pertenencia a un colectivo , la necesidad de sentir que tu vida tiene sentido si tiene posición en el colectivo. No nos gusta estar solos…


Cuando lucho por algo, casi siempre me mueve el deseo de complacer a los demás y poder hacer que su vida sea mejor. “Eso si que es cierto”. Lucho porque disfruto sirviendo a los demás. Lucho por que necesito la energía de la gente como mi gasolina de existencia.


Lo que mantiene la energía de mi perseverancia es visualizar de que aquello que persigo será bueno para los demás y si de rebote lo es para mí mejor. Aunque lo que a mí realmente me satisface y me hace feliz es el placer del servicio cumplido.


En ocasiones el logro de una lucha viene huérfano de agradecimiento o de reconocimiento. Aunque siempre es bonito que alguien te reconforte de tu lucha, de tu esfuerzo… Aquel agradecimiento que nos hace ver que nuestra existencia vital no es en vano. Que aunque sea un pequeño grano de arena, contamos en este mundo y en esta sociedad.


Luchas porque eres generoso con tu vida. La recompensa de que tu esfuerzo tiene un destino que no eres tu. Como decía Maria Teresa de Calcuta: “la felicidad está en nosotros mismos. Somos felices porque amamos, no porque nos amen…”

La adicción de la lucha está en sentir las emociones que se generan cuando ves que el logro de tu esfuerzo ha hecho feliz a alguien que no eres tu…


  • Abróchense los cinturones que iniciamos el descenso al aeropuerto de Schiphol-Amsterdam.


martes, 3 de mayo de 2011

¡SOBREVIVEN LOS QUE MENOS TIENEN!

Mi escaso jardín me permite cuidar y disfrutar del arte de la jardinería. Me gusta tocar la tierra, sentir la madre naturaleza y sobretodo ver como crece y se embellece. Me gusta ver la evolución del jardín a lo largo de las diferentes estaciones del año, con especial predilección por la primavera. Me gusta ver los primeros brotes de las plantas, las primeras flores, el color mágico que coge el verde cuando con la luz primaveral, el esplendor de colores después de las lluvias de Abril y Mayo.


El jardín un elemento vivo, con colores, con texturas, con olores….Es un espacio que solamente puede lucir desde el esfuerzo y el mimo. Solamente puede lucir si disfrutas en sus operaciones como sacar las malas hierbas, podar, limpiar, abonar, regar, cortar, plantas, injertar, barrer…


Hace tres años en toda la zona de Cataluña vivimos una feroz sequía. Hacía muchos meses que no llovía. No había agua para nada ni para nadie, por lo que el gobierno, con buen criterio, racionalizó el uso de ese bien escaso. Entre las decisiones más drásticas estuvo la prohibición de regar jardines. Como amante de la jardinería me supo mal, pero uno entiende la situación.


Fue un tiempo emocionalmente triste. Ver con pena como cada día como todos los esfuerzos de tantos años; económicos, físicos, estéticos, intelectuales...se iban secando a ritmo frenético fue una dolorosa experiencia. Todas las plantas del jardín se secaron, el césped verde intenso se convirtió en una explanada de tierra, todo cambió del color verde fresco e intenso al verde claro, al amarillo, al marrón, hasta desaparecer...Al final ni un rastro del cuidado jardín.


Un día apenado, estaba sentado en un rincón del jardín. Miraba el entorno pero quise poner los ojos en la memoria de la belleza pasada. Me reconfortaba más pensar en lo que había habido que en lo que veía. Optimista (Siempre!!), pensaba en lo que haría cuando pasara la sequía y volviera a reconstruir el jardín...pero no podía obviar lo que veían mis ojos, no había ni rastro de los colores de las flores, del verde de las plantas, de las mariposas , de los insectos visitando las flores en busca de néctares….De repente, entre tanta tristeza y lánguidos colores se me apareció un pequeño punto de verde procedente de la baranda del garaje. Me froté los ojos, enfoqué la mirada. “¿Será una ilusión?” pensé. Volví a enfocar la vista. “No,No, parece real”. Era un verde matizado con tonos rojizos precioso, que destacaba en medio de todo. Sentí una alegría inmensa. Era como un pequeña esperanza de vida dentro de un desértico e inanimado paisaje.


Me acerqué impaciente. Se trataba de una pequeña planta. Una planta que en condiciones normales no hubiera llamado la atención de nadie e incluso catalogada como “mala hierba” hubiera sido arrancada y erradicada. La planta emergía entre una minúscula grieta del muro que hace de baranda del garaje. Medía unos 7 cms y sus hojas dentadas eran de color verde intenso con matices rojizos.

¿Como podía ser que esa planta emergiera de un lugar tan poco propicio?¿Como podía ser que aquella planta sin agua, sin abono, sin recursos tuviera ese porte erguido y lozano?¿Como podía ser que todo el resto del jardín estuviera completamente seco y la planta con menos recursos de todas las del lugar estuviera totalmente viva?


¿Sería que había acostumbrado a la escasez de agua?. ¿Sería que el riego programado y continuado, el abonado, los mimos y los cuidados del resto del jardín habían sido negativos?.


Lo que era evidente es que en esas condiciones de sequía todo se habían marchitado y desaparecido…..


….En cambio la magnífica planta del garaje, la “Pepita” (Como la bauticé), lucía hermosa como cada año, como todos los años. Pepita sabía, desde siempre, que su vida era exactamente eso, la escasez de todo tipo de recursos. Y ese año, para ella, no era diferente. Si lo era para las compañeras “comodonas” del otro lado del jardín. Y aunque nadie la había considerado parte del jardín, a pesar de no recibir los mismos cuidados que el resto, siempre se había sentido parte de él.


Pepita estaba acostumbrada a desafiar las condiciones adversas. Año tras año se había acostumbrado a rebrotar sin agua, sin nutrientes, sin espacio de suelo, con poco sol…


Pero “pepita” era consciente de lo que le tocaba a ella. Se adaptaba , cada año, a lo que disponía. Y en esas condiciones era siempre capaz de crecer con fuerza y vigor. Y ese año, para ella, no era especialmente diferente....Y es que estaba sana cuando los demás se secaron porque está en el reto justo para desarrollar su potencia. Nunca ha pretendido ser lo que no puede ser.


Aquel emocionante punto verde dentro del seco jardín, pasó desde ese momento a formar parte del jardín. A ser una de los protagonistas. No en vano se trata de la planta más antigua de todo el jardín!!!


Fue y ha sido una lección de vida. Pepita me ha enseñado que hay que saber estar en el reto justo que encaja con nuestras condiciones con nuestras habilidades, con nuestra forma de actuar, con nuestra forma de reaccionar, con nuestra forma de sentir, con nuestra forma de comportarnos, con nuestra forma de vivir, con nuestros valores,…


Y otra...Que desde la escasez de los recursos se construyen sólidos proyectos, que sobreviven delante de las condiciones adversas. Y en estas condiciones, los primeros proyectos en caer son aquellos nacidos desde la abundancia y la facilidad de disponer de recursos.


Después de más de 10 años, cada año, sin falta…”Pepita” alegre y con fuerza se convierte en ella misma, luciendo modesta pero alegre lo que es...la mejor pequeña planta que forma parte de mi jardín.