Hace ya bastante tiempo que leí en "La Contra" de La Vanguardia, una entrevista a Luc Ferry. Se trata de un filósofo que ejerció de Ministro de Eduación en Francia en la época de Chirac.
De su entrevista destaco unos párrafos que cito literales:
".....
- Pues llevó usted el potro a algún sitio- Pregunta el periodista Lluís Amiguet.
- Pero nuestra educación todavía está impregnada de lo peor del espíritu del 68.- Contesta Luc Ferry.
- Yo creí que ya no quedaba nada.
- Queda la hipertrofia del espíritu crítico del trotskismo y el culto a la infancia del maoísmo. ¡ Basta de educar eternos Peter Pan! Hay que decir a los alumnos que la educación es el único camino para llegar a la edad adulta y que tendrán que esforzarse para pdoer disfrutarla: hay que inculcarles sacrificio y autoexigencia.
- Sí, señor.
- Y ahora recuerde los tres o cuatro grandes profesores que ha tenido en su vida; no fueron sus amiguetes, sino que le apretaron y obtuvieron de usted rendimiento y esfuerzo: ¡No eran los más fáciles ni simpáticos!
- Ni los más populares.
- El gran profesor no es el que te consiente, sino el que te exige. El auténtico maestro sería rechazado por mayoría en cada votación de la clase. No es demócrata, porque ignora ese rechazo. te ahce amar una disciplina auqnue a priori la odies, porque te obliga a sobreponerte y a madurar. No e suna blandenque que quiere quedar bien con todo el mundo, sino una rtista que recurre al carisma y la seducción para que tú mejores."
Si, es verdad, la exigencia con respeto a los valores humanos de las personas es un gran motor de mejora y de crecimiento en la madurez.
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