domingo, 1 de julio de 2012

LOS TRES PASOS DE LA OVEJA

Seis y media de la mañana. No puedo dormir. No tengo demasiadas preocupaciones, las normales de una persona que vive este ajetreado mundo...Pero mi cuerpo ha dicho basta de descansar.

Por la ventana de la habitación del Hotel entre ya la luz de la mañana. Es verano y amanece muy pronto...demasiado pronto!.

Me deperezo del incómodo nórdico que cubre mi cuerpo. "No se manía tienen estos países del Norte de Europa de usar el incómodo nórdico en lugar de sábanas...Como Diós manda!!.", me digo enfadado. He pasado toda la noche, como siempre que duermo en estas condiciones, estirando el nórdico hacia arriba, dejando al aire los pies, y entonces hacia abajo, dejando el cuerpo sin cubrir, ¡Que mareo!...

Me levanto y voy hacia la ventana. Por el cristal puedo apreciar el típico paisaje de la campiña holandesa. Sus prados verdes, sus canales, sus lagos,...Algún molino de viento salpica con gracia la visión. Es bonito.

Me decido a salir a gozar del entorno. "Me sentará bien una caminata antes de que empiece la intensa y larga jornada de reuniones que me espera. Tantas horas sentados, discutiendo, hablando, conversando, escuchando, apuntando, decidiendo...Y encima no pararemos ni para comer. Nos servirán unos bocadillos, sin parar de la reunión...Siempre lo hacen así.", me digo.

Una vez encaminado, inicio el paseo cogiendo uno de los carriles para bicicletas que va paralelo a la carretera del Hotel. Aquí en Holanda todo está muy bien ordenado, aunque estemos en al campo, todo está señalizado, está muy bien organizado. Aparece la primera pradera: Preciosa...Está llena de flores de todos los colores, blancas, lilas, violetas, rojas, azules, naranjas, amarillas..."Esta vistosa alfombra de flores silvestres es un buen comienzo del día. Ha sido una buena idea salir a caminar", me felicito.

Huele muy bien. Huele a mañana fresca. Es difícil describir que tipo de olor es...Huele a hierba mojada, huele a frescor, huele a limipio, huele a humedad, huele a perfume suave de flores...Huele muy bien!...Y esa olor va despertandome poco a poco, con suavidad y armonía. Esa relajación se adorna con el paisaje de los campos verdes, las flores, los canales, los pequeños senderos...De repente un timbre me sobresalta. Una bicicleta, a toda velocidad, pasa a pocos centímetros de mí...¡Que susto!. Oigo unas palabras que no entiendo pero por el tono no debían de ser muy amables..."¿Debería de ser que tenía que ir por el otro lado?, pensé.

La pradera dá paso a un pueblecito lleno de casas de campo. Todas iguales con sus techos muy inclinados y sus pequeñas ventanas de madera le dán un aspecto romántico al entorno. No se observa movimiento. Todo tranquilo, no se oyen ningún ruido...

Pacen vacas y ovejas en los prados. Todas ellas yacen en el suelo, moviendo mecánicamente las mandíbulas de un lado al lado. "Estas han desayunado pronto", me rio.

Una de las ovejas yace en la linde del campo, tocando al camino. Me acerco a ella. Tiene un color blanco nítido y pulcro. Me llama la atención e instintivamente me acerco a ella..."¿A ver que hace?", la reto de forma silenciosa. Estoy muy cerca. Ni se inmuta. Continua tranquila, masticando, a lo suyo...Como si yo no estuviera. Yace tranquila. Impávida. "Igual no me ha visto", me pregunto. Pero si, si que me había visto, porque de repente la oveja gira la cabeza en mi dirección y me mira.

Sus profundos y negros ojos se cruzan con los míos. Me observa con atención pero sin un ápice de inquietud. Continua en la misma posición, masticando. Su mirada es tranquila, sosegada y reposada....¡Impresiona!, hasta cautiva..."Esta oveja está feliz, a su rollo, con sus pensamientos,...¡Realmente dá envidia de lo feliz que está!", me digo. "Supongo que si explico que me ha sorprendido la calma de una oveja la gente me tomará por loco, pero así es", me continuo diciendo.

La oveja permanece imperturbable. Creo que debería de tener un contacto mejor. No puede ser que una simple oveja holandesa cualquiera me ningunee de la manera tan descarada que lo está haciendo. Así que en un alarde de dominio y de demostrar quien es el rey de la situación la llamo en voz alta:

- ¡Heyyy!...¡Oveja!

La oveja da un brinco del susto que se pega. "Ya sabía yo que iba a tener yo el mando", me digo.
La mirada sosegada del animal llena de pavor, de pánico. El brinco la hace levantar del suelo y dar tres pasos. Se detiene y se vuelve a estirar en el prado. A eso, tres pasos de donde estaba antes.

¨¡He ganado!....¡La oveja ha visto quien manda!", me digo orgulloso y soberbio. La oveja se ha distanciado y vuelve a lo suyo, a rumiar tranquilamente. Entonces la oveja se gira hacia mí. Sus potentes ojos se vuelven a cruzar con los míos. ¡Vuelven a estar imperturbables!...¡Serenos!. Aparta su mirada de mí como desafiando que no le interesa mi presencia y suelta un intenso balido, que yo interpreto como un: 

- La que he ganado soy yo!

Vuelvo al camino, es hora de retornar al Hotel. Pienso en los tres pasos que la tranquila oveja había efectuado para alejar a la negatividad que le estropeaba su momento. Los tres pasos que la había devuelto la serenidad, Los tres pasos que la había devuelto a la seguridad de un entorno positivo. Los tres pasos que había controlado con la distancia suficiente a la amenaza. Los tres pasos que alejaban lo que le daba inestabilidad al momento. Los tres pasos del problema. Los tres pasos que hacían que podía continuar con los suyo aunque el lugar fuera diferente...

Era lista...La oveja con los tres pasos se había alejado del ruido externo molesto. Pero nunca había perdido la actitud sosegada, una actitud de calma hipnotizadora.

Ojala pudiera tener esta sensación de sosiego. En ese momento la estaba sintiendo. No sé si por el paseo, por la frescor de la campiña holandesa, por la oveja o por lo que fuera...Lo sentía. En ese momento sentía la misma sensación de calma y tranquilidad que me había mostrado la oveja holandesa. "Voy a aprender a dar estos tres mágicos pasos. Estos tres pasos suficientes para tomar la distancia de seguridad de mi calma de mi sosiego interior. Los tres mágicos pasos que me han de permitir alejarme de aquello que no me guste, de aquello que me genere sensaciones negativas, de aquello que amenace mi tranquilidad", me dije con convicción.

Los tres pasos necesarios que la oveja ha hecho para continuar con la parte agradable de la vida.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Que relato tan hermoso, con franqueza he sentido ésa paz, ésa calma, casi como si estuviera allí mismo.
Después de leerlo me he quedado pensando que si en todos los países del mundo se pudiera respirar ésa tranquilidad, todos estuvieramos mejor no solo con nosotros mismos, sino con todos y todo lo que nos rodea.
Gracias por ése pequeño paseo a la tranquilidad.