Había venido de New York para la reunión del Consejo de la empresa. Salí el Lunes para estar tres días de reuniones comerciales y regresar para la reunión del Viernes. Parecía que aquellos cuatro días de la semana se habían convertido en un largo y continuado periodo de 96 horas. Primero con el cambio horario de la ida y luego con el cambio horario de la vuelta y sin tiempo de adaptarse y de lleno a la reunión.
Era una reunión importante, que todo el mundo esperaba con ansiedad. Evidentemente que todo el personal de la empresa, pero hasta proveedores de la empresa esperaban con anhelo que se tomaran decisiones definitivas sobre temas importantes. Puede que fuera la reunión del Consejo más importante y compleja a la que nunca he vivido. Se debían de decidir cosas desde una gran incertidumbre institucional y una gran confusión general.
Puede que por ello me tomé un café antes de salir de casa. Normalmente nunca lo hago sino que espero a la llegada a la oficina. De hecho tengo el privilegio de tardar solamente 7 minutos andando desde casa a la oficina. Trayecto que siempre hago con diligencia y repasando lo que me espera en mi agenda diaria. Hasta incluso a veces he repasado los correos electrónicos que he recibido a lo largo de la noche.
El gusto de café me hizo sentir que algo iba diferente. En lugar de pensar en el planteamiento de la reunión , en los temas importantes que se iban a tratar, a los posibles decisiones...No nada de eso. Mi boca sentía el aromático sabor del café que me había tomado. “Con que buen sabor empiezo hoy el día”. Me dije a mí mismo. Y me dije que por primera vez en muchos años estaba empezando el día desde otra perspectiva diferente. No era mi mente que ordenaba mi vida,...sino que era uno de mis sentidos. Era el “gusto” el que ocupaba ese momento de arranque matutino.
Y empecé a recordar. Ya casi no me acordaba de los cinco sentidos!!!... Me pregunté cuales era: Oído, Gusto (Claro!), Vista, Olor y....No me acordaba del quinto. “Que mal estás, Josep” me dije a mi mismo mientras abría el portal de mi casa. Hacía una mañana hermosa y un tímido sol calentaba suavemente y una fresca brisa acariciaba mi cara....El tacto!!!!...era el sentido que me faltaba!!. Cuanto tiempo hacía que no sentía con concentración el tacto. Me dije que hoy iba a vivir los 7 minutos al trabajo desde mis sentidos.
Sentí el sol y la brisa tocar mi piel y luego entrar en mí. “Siente la brisa, siente el frescor de la mañana,...que delicioso que es el sol de las 8 de la mañana”. Que placer más grande que sentía....Acompañado con el regusto agradable del café.
“Ahora me toca oír”. Me dije. No sabía que iba a oír, ni si los 7 minutos que cada día hacía como un cohete tenían sonidos o ruidos. Agudicé mis oídos pensando que me sería complicado de escuchar nada. Sorpresa la mía, pude perfectamente oír , sin esfuerzo, el canto de unos pájaros del parque. “Supongo que están cada día pero no reparo en oirlos”, me dije. Que bonito era en medio de la cuidad estar acompañado de esa música. ¿Porque cantaban con energía y con potencia?.
Mientras el café continuaba acompañando el camino, igual que la brisa y su frescor, y la acaricia del sol...Y el canto de unos divinos pájaros!
No hizo falta pensar en usar el siguiente sentido porque al querer localizar a los pájaros, me percaté de lo bonito que estaba el cielo. Azul claro, con las motas blancas de algunas nubes aleatoriamente repartidas. Los diferentes matices de verde eran espectaculares. Habían verdes de todos los tonos, toda la gama entera. “Como puede ser que existan tantas especies de plantas y encima cada una de ellas tiene su color verde”. Que hermosos son los colores de la naturaleza...
Pasé por delante de un parterre de ciclamens. Llevaban tiempo plantados. Puede que todo el invierno. “Como es que hoy es la primera vez desde hace tres meses que los veo!!??”. Su color era entre rojo, granate, burdeos y no que color más. Era así, la naturaleza era tan caprichosa que te ponía en la vista nuevas experiencia cromáticas.
Me faltaba el olor pero no hizo falta ningún esfuerzo...El jardinero que estaba cortando la hierba me regaló una bocanada de esencia a hierba cortada!!
Me sentí vivo, me sentí bien, me sentí alegre, me sentí feliz....Y solamente usé mis sentidos!!
Llegué a la puerta de la oficina y miré el reloj. Hoy había invertido mucho tiempo, ya que usar el oído, al vista, el olfato, el gusto, el tacto...era usar muchas más cosas de las habituales. Hacía 7 minutos que había salido de casa!!..como cada día!!. En cambio llegaba a la oficina con otro sentimiento, con otra emoción. Mis sentidos me había hecho sentir, pero no solamente sentir de sentido sino sentir de emociones.
Ahora tocaba el Consejo...Y que era el Consejo delante de la grandeza de sentir cosas tan cotidianas pero a la vez tan hermosas...nada!. Las decisiones sociales al final son relativas y de segundo orden. Por mucho que la sociedad quiera nunca hay nada más hermoso que sentir las cosas que tienes alrededor.
Ese día le pegué un pellizco a mis sentidos...Mis sentidos se pusieron a trabajar con protagonismo y me llevaron a vivir en otra dimensión.
Como puedes tener el alma abierta a los demás y a la alegría si no tienes los canales de los sentidos abiertos y activos?
Pellizcate fuerte y siente!!