La Navidad siempre había sido un momento de reunión familiar y de alegría. Ese sentimiento era mayor desde que los tres hermanos estudiaban fuera de casa.
Los tres hermanos iban a pasar las fiestas a casa de sus padres. Hacía tiempo que no volvían a casa. La universidad y los exámenes les habían mantenido lejos de hogar. Circulaban por una autopista nueva, era una vía con una perfecta señalización. Donde todo era previsible. Podían calcular sin demasiados esfuerzos el tiempo y la forma con que llegará al destino. Cada 20 kilómetros había una gasolinera para poder repostar, en intervalos bien calculados, había numerosas acogedoras áreas de reposo para poder estirar las piernas...Y por si ello fuera poco, el gps de coche iba indicando cuanto falta, que nivel de tráfico había, las localidades pro donde pasaban,...de hecho te lo marca todo.
Ellos como todo el resto de coches que diligentes circulaban se encuentran cómodos. No había sobresaltos. Todo era fácil y cómodo. Poco esfuerzo, solamente tu voluntad de conducir y estar alerta de cualquier circunstancia que te deparara la carretera. Todo estaba dentro de la previsibilidad.
Los tres tenían unas ganas locas de volver a abrazar a sus padres, de dormir en sus habitaciones de toda la vida, de pasear por el bosque, de ver de nuevo a sus amigos del pueblo, a saborear la comida de su Mamá!
De repente:¡¡Alerta!!, ¡¡Crisis!!
Un enorme letrero en el centro de la moderna carretera anunciaba: “Carretera cortada”. Además una pequeña explicaba que era debido a falta de presupuesto.
Pararon el coche, se bajaron de él perplejos y totalmente sorprendidos. No estaba en el plan de que esa flamante nueva carretera se acabara en ese punto. Observaron efectivamente que detrás del letrero no existía nada. Solamente se abrían pequeños senderos que se perdían por el valle en el que estaban transitando. Ninguna indicación de hacia donde ir, hacia donde seguir...
Tras ellos fueron parando todos los coches. Las primeras reacciones fueron de desconcierto y de malestar: “¿Cómo es que se ha cortado la carretera?, ¿Nos vendrán a buscar?¿Que hacemos?”, comentaba todo el mundo.
Mientras todo el mundo se lamentaba, los tres hermanos se miraron y sin mediar palabra recordaron como por telepatía las sabias palabras que su padre siempre les repetía: “ El momento de dificultad es el momento del luchador. Es el momento de la gente con un espíritu lleno de energía. Es cuando uno ha de mostrar voluntad de sobrevivir. La voluntad de vencer a la situación. Las circunstancias no te han de poder”.
Se pusieron rápidamente de acuerdo en el primer paso: Tomar constancia de donde y como estaban. Ya no podían confiar en la comodidad del coche para alcanzar el objetivo. Ya no servían los cálculos del gps de tiempo, tráfico y otras circunstancias. Ya no servía pensar en el camino en clave de áreas de servicio, áreas de reposo,...
Faltan aún muchos kilómetros por delante y iban a emprender el viaje a pie. Sabían a donde ir y sabían lo importante que era llegar. Aunque no supieran como no habían dudas iban a casa!.
Se pusieron a preparar el viaje a pie. Seleccionaron la ropa, acumularon víveres y agua. Cogieron mantas para pasar la noche. Todo lo pusieron pequeños fardos que se colgaron a la espalda. Y empezaron su ruta.
Poco a poco el ruido de las reclamaciones y de las lamentaciones de los viajeros afectados se fue perdiendo a medida que los tres se abrían camino a su meta, con paso firme y decidido. Quedaban 100 kilómetros por delante, y eso no era precisamente una distancia menor cuando se tiene que hacer a pie.
Una sensación de adrenalina positiva les recorre el interior. Emprendían una forma distinta de hacer las cosas.
¿Como puede ser que se sientan motivados frente a una circunstancia tan negativa?.
La fuerza de querer alcanzar el objetivos ea como sea y sea cuando sea les da moral. Es eso lo que hace de las personas unos vencedores. No bajar la guardia nunca. Siempre con fuerza sea cual sea la aventura y el entorno.
Despúes de varios días alcanzaron la meta. Llegaron al lugar después de tres diás de andar, andar y andar en lugar de una hora de coche. Nunca habían tenido tanta ilusión por llegar a casa de sus padres.
Legaron tarde y cansados, pero la consecución de la meta tan complicada, tan difícil les había traído paz y fuerza interior. Los tres días de ruta se llenaron de tiempo de conversar entre los hermanos, de explicarse muchas cosas, compartieron momentos de esfuerzo, sufrimiento y alegría, se motivaron unos a otros, tuvieron momentos de alegría. Porque en todo momento los tres llevaban una sonrisa en sus rostros. La meta valía la pena.
Ese año fue la mejor Nochebuena de toda su vida, aunque fuera la noche del 29 de Diciembre!!!
Vencer las dificultades del camino es la manera de hacer crecer tu fuerza interior.